En un juicio de asistencia alimentaria la jueza de la Niñez y Adolescencia de Lambaré Carolina Noguera, deja en claro cómo se ejerce la violencia económica hacía una madre que cría sola a su hija y el desgaste emocional que ello implica.
La demanda fue presentada luego que el padre de la niña haya suspendido la asistencia económica tras el reclamo de la madre quien le requirió que la crianza sea compartida y que la ayude con la responsabilidad para la sana crianza de la niña.
El periodo en el que el padre no aportó un solo guaraní para la niña, la madre tuvo que endeudarse para poder alimentar a su niña ya que no tiene ningún familiar cercano o una red de apoyo con quien dejar a su hija y tampoco tiene recursos para contratar una niñera.
Ante toda esta situación, la madre planteó la demanda de asistencia alimentaria contra el padre debido a que el dinero que le pasaba para cubrir los gastos de las necesidades de su hija era insuficiente.
En el momento de la audiencia el padre afirmó que suspendió por algunos meses el cumplimiento de esta asistencia y fue ahí que la madre contó que en ese tiempo tuvo que buscar estrategias económicas para hacerse cargo de todos los gastos. Esto la llevo a endeudarse, generando un perjuicio para la misma y para su hija.
Por otra parte, también se visualiza el impacto emocional de esta violencia, el estrés al que fue sometida (sentimientos de ira, rabia, impotencia) donde se vio afectada su salud ya que sola está criando a su hija con todas las responsabilidades que ello implica ya sea de cuidado o alimentación.
“Mi juzgado quiere que se visualice en todos los casos parecidos para que se pueda notar que esta resolución no solo determina el monto de la asistencia alimentaria, sino que también deja al descubierto todas las situaciones que traen aparejadas la violencia económica y el trabajo no remunerado de la madre de la niña”, acotó la jueza Carolina Noguera que sienta un precedente importante para tantas madres que crían solas a sus hijos.
La jueza Carolina Noguera destacó también la carga emocional que sufre una madre que asume la crianza de su hija en solitario, ya que debe lidiar con la angustia de la inestabilidad económica y emocional. Al tener el cuidado exclusivo, la madre carga con una responsabilidad constante por querer asegurar el bienestar físico y emocional de su hija, sin apoyo.