El magistrado Matías Garcete reivindicó la formación académica continua como pilar esencial del ejercicio jurisdiccional y subrayó que la magistratura constituye un compromiso permanente con el conocimiento, la ética y la excelencia profesional.
En sus reflexiones, Garcete sostuvo que la verdadera esencia de la judicatura no se agota en el acceso al cargo, sino que se construye a lo largo de toda la carrera. “El juez no culmina su formación con un título ni con un nombramiento: el juez no se gradúa, el juez se perfecciona”, afirmó, al destacar la necesidad de una actualización constante del saber jurídico, metodológico y argumentativo.
El magistrado remarcó que el derecho es una disciplina dinámica y que la función jurisdiccional exige una preparación acorde a una realidad social en permanente transformación. En ese sentido, enfatizó que “la formación continua no es solo una opción académica, sino un deber funcional y ético”, directamente vinculado a la independencia judicial y a la calidad del servicio de justicia.
Garcete recordó, además, que los estándares internacionales reconocen que la competencia técnica del juez es una condición indispensable para la legitimidad de las decisiones judiciales, reforzando así la responsabilidad académica que pesa sobre quienes administran justicia.
No obstante, advirtió que la capacitación pierde sentido si no está acompañada por valores éticos sólidos. “La técnica sin ética puede derivar en arbitrariedad sofisticada”, señaló, al insistir en que la judicatura exige no solo conocimiento, sino también rectitud moral y buenas costumbres.
En esa línea, destacó la importancia de las virtudes judiciales como la prudencia, la integridad y el sentido de justicia y sostuvo que la ética judicial no se limita a evitar conductas prohibidas, sino que implica “una ética de la excelencia profesional”.
Finalmente, el magistrado afirmó que la judicatura es una labor en permanente construcción. “El juez se encuentra en constante perfección técnica y moral. No se gradúa: se perfecciona”, expresó, sintetizando una visión del rol judicial basada en la unión inseparable entre formación académica continua y compromiso ético, como única vía para honrar plenamente la responsabilidad de juzgar.
